Y siguiendo
con el orden de los países según el día de llegada, hoy me toca hablar de
Chile. País angostísimo de miles de kilómetros de longitud. Desde hace años
siempre tuve curiosidad por conocer este país debido a los numerosos encuentros
que he tenido a lo largo de mi vida con chilenos, gente hospitalaria, amigos
que uno siente que son para siempre, para toda la vida.
Nuestra idea principal
de bajar hasta Ushuaia (el fin del mundo) era haciendo un zigzag entre Chile
y Argentina. En esta entrada me centraré sólo del lado chileno, en la siguiente
ya me tocará hablar del argentino.
Dejamos
Bolivia a través del increíble Parque Nacional
de Fauna Andina Ed. Avaroa para entrar a Chile por San Pedro de Atacama.
Pueblito turístico con mucho encanto donde pudimos degustar comidas típicas con
un ingrediente muy muy especial: ¡el aceite de oliva! Sí, hacía ya casi 4 meses
que no probábamos ni gota del oro líquido. Se dice que uno no sabe lo que tiene
hasta que lo pierde, o en mi caso, deja de tener por un tiempo.
Fuimos a un
restaurante pequeñito donde preparaban
comida casera. Mientras esperábamos los platos principales, Nuria y yo devoramos
el cestito de pan a base de empaparlo en aceite. Es curioso cómo se puede
llegar a echar en falta algo tan básico.
DESIERTO DE ATACAMA |
El principal
atractivo de San Pedro era, obviamente, el desierto de Atacama. Increíble
paisaje de rocas rojizas y grises que daban aspecto de paisaje lunar. Para
tener buena panorámica, caminamos cerca de dos horas. Mereció muchísimo la
pena. Esperamos allí hasta ver la puesta de sol. Por primera vez hicimos noche
en un camping, así que estrenamos tienda de campaña.
Hasta Bolivia, el viaje ha sido bastante
asequible con respecto a transporte, alojamiento y comida, pero se acabó lo
bueno. De repente nos encontramos en Chile y los precios, bastante similares a los
de Europa, así que, borrón y cuenta nueva. Viaje totalmente nuevo a partir de
ahora. Comenzamos con la odisea del autostop, esta vez sí, se puede decir que
empezaba la verdadera aventura del mochilero. De hecho, para ir de San Pedro de
Atacama hasta Purmamarca (Argentina) estuvimos más de 7 horas esperando sin
éxito en una carretera desértica donde pasaba un coche cada 15 minutos.
Después de
San Pedro de Atacama, semanas después volveríamos a entrar en el país por
Santiago de Chile, cruzando la frontera de los Andes. Nuria cambiaría el rumbo
del viaje y ya se uniría con nosotros en Ushuaia para las Navidades. La
frontera de los Andes la crucé con Dani, el sevillano. Lorenzo se fue antes
para la isla de Pascua. Lo volveríamos a encontrar semanas después. A partir de
aquí el grupo de los “Chachapoyas” nacido en Perú empezaría a sufrir sus
primeros cambios. Gente que se uniría al grupo y gente que se separaría para
volver a unirse más tarde.
En Santiago se iba a unir con nosotros Montse, de
Puebla – México. Con ella pasaríamos un mes increíble hasta llegar a Buenos
Aires, un mes de infinitas horas de carretera, de autostop y de muy buenos
momentos. Ella siempre desprendiendo buenas vibraciones. En los momentos
complicados donde nadie nos levantaba en mitad de la nada, ella siempre sacaba
una buena canción para animar.
"This are a few of my favorite things." |
Creo que gracias a ella fue posible llegar a
tiempo a Ushuaia, para la Nochebuena. Cierto es, hay que decirlo también, que
no es lo mismo que nos levanten a dos barbudos (Dani y yo) a que lo hagan
habiendo una mujer. Digamos que la confianza del conductor es mayor cuando hay
una mujer haciendo autostop. Fueron momentos geniales, en general, tuvimos muy
buena suerte.
Y volviendo
a la llegada a Santiago de Chile, lo que podría destacar aquí, por encima de
todo, fue el reencuentro con antiguos amigos, por encima de la belleza de la
ciudad y su similitud con el estilo de otras ciudades europeas. Nos quedamos en
casa de Flavio, paisano de Montijo. Fue todo un placer encontrarme con alguien
del pueblo, con alguien que dijera “acho” y que me hablara de lo bien que se
conserva la “Siña” Javiera y lo buena persona que es Dani, de la calle
Guadiana.
Reencuentro tapatío... |
Andreita y
la Feña fueron reencuentros muy especiales en Santiago. Amigas tapatías de hace
7 años cuando vivíamos todos como en familia en tierras mexicanas.
En Renaca
nos recibiría Rosario, la otra “amorosa” tapatía que recién se casó y comenzaba
vida nueva.
...Y más reencuentros tapatíos |
En
Valparaíso nos encontramos con Ana Karina y Mariana, dos antiguas compañeras de
la casa Prosperidad en Guadalajara (México). Dos pedazos de artistas con quien
tuve el gusto de compartir casa allá por 2008. Todo un placer encontrarme con
tanta buena gente después de tantos años. Con ellas conocimos la ciudad bohemia
de Valparaíso, sus costumbres, la magia de sus barrios, los colores de las
calles, su arte, su música…
Valparaíso era una ciudad que hacía años quería
conocer. Juan Carlos, un antiguo amigo chileno de Montpellier (mi año Erasmus
2005/06) era de esta ciudad y siempre me dijo que tenía que venir. Esta ciudad tan variopinta tiene que ser visitada por todo viajero
al menos una vez en sus vidas.
El siguiente
destino chileno iba a ser la ciudad de Temuco. Lugar de los mapuches, pueblo
indígena que resistió a la invasión española. Nunca fueron conquistados y a día
de hoy, siguen existiendo como uno de los pocos pueblos indígenas que mantienen
sus costumbres ancestrales en Latinoamérica. En Temuco llegaría otro de los
reencuentros obligados, mi gran amiga Valeria. Nos recibió en su casa como a
uno más de la familia. A ella la conocí en París hace ya 7 años. Fuimos
asistentes de conversación de español en diferentes institutos.
Le prometí que
algún día iría a visitarla y lo cumplí. Nos presentó a Marcelo y a la pequeña
Isidora, bebé encantador de a penas 8 meses. Nos llevaron a conocer lugares
mágicos como el lago de los Pilos o Pucón (desde donde se veía el volcán
Villarrica). A la pequeña Isidora le tocó heredar mi guitalele. Después de 3
meses viajando con él quería que se quedara allí. Espero que algún día Isidora
nos deleite con este extraño instrumento de seis cuerdas…
La Isla de
Chiloé fue uno de los siguientes destinos chilenos. En esta isla podíamos
encontrar los famosos palafitos, que eran casas construidas con soportes de
madera de varios metros altura que les permitían cuidarse de cualquier crecida
del mar o inundaciones. Otra de las curiosidades de esta isla eran sus
iglesias, templos de madera del siglo XVIII consideradas Patrimonio de la
Humanidad.
Con respecto
a la gastronomía, en Chiloé
estuvimos obligados a probar el curanto al hoyo, resultó ser un manjar. Riquísimo.
El curanto es un método tradicional milenario de cocinar alimentos usando pidras calientes enterradas en un hoyo. El ingrediente principal es el marisco. Va acompañado por carne, patatas, longanizas y algunas que otras legumbres.
Con las Torres del Paine íbamos a cerrar nuestro
paso por tierras chilenas. Increíble lugar para despedirnos de este país, la
guinda del pastel. El lugar es considerado como la 8ª maravilla y, según la revista National Geographic, quinto lugar más hermoso del mundo. Las
imágenes hablan por sí solas.
TORRES DEL PAINE |
También
estarían en mi Top 5 de lugares visitados junto a Hierve el Agua (México), Machu Picchu (Perú), la Laguna Colorada del Parque Nacional Ed.
Avaroa (Bolivia) y el Glaciar Perito
Moreno (Argentina).
No hay comentarios:
Publicar un comentario