Y llegó el momento de hablar de Perú, de la joya de los Andes, del país que me marcó para siempre por su riqueza paisajística y por la calidad
humana de la gente. 43 días que dieron para mucho y que intentaré resumir en esta publicación sin perder detalles.
En Perú conocimos la costa del Pacífico y sus playas, la selva Amazónica, ruinas incas, pre-incas, glaciares, lagos, leones marinos, pingüinos, delfines, perezosos, caimanes, lagunas, desiertos, la cordillera de los Andes, islas, oasis, líneas de Nazca, islas de totora…una infinidad de maravillas.
Voy a citar en una interminable lista todos los lugares por donde fuimos pasando desde que pisamos suelo peruano: empezamos en Tumbes, por la frontera terrestre con Ecuador; pasando después por Máncora, Sullana, Piura, Catacaos, Lambayeque, Chan Chan, Huanchaco, Trujillo, Cajamarca, Baños del Inca, Cumbemayo, Leymebamba, Tingo Nuevo, Kuelap, Chachapoyas, Moyobamba, Tarapoto, Yurimahuas, Amazonas, Iquitos, Juanjui, Tingo María, Huánuco, La Unión, Catac, Chavin de Huantar, Huaraz, Laguna 69, Pastoruri, Lima, Pisco, Paracas, Islas Ballestas, Ica, Huacachina, Palpa, Nasca, Abancay, Cusco, Aguascalientes, Machu Pichu, Puno, y, por último, la Isla de los Uros.
Isla Ballesta
Más de mil kilómetros recorridos con la mochila a cuestas tomando todo tipo de transportes incluyendo el autostop, distancias infinitas de un lugar a otro a las que al final uno se termina acostumbrando.
Mis primeros tres meses de viaje los cumplí nada menos que en el Machu Pichu, mejor regalo, imposible.
Hay que decir que este país es la crème de la crème para un apasionado de la historia y de la arqueología como nuestro amigo Lorenzo, compañero de viaje desde Bogotá. Él nos hace de guía turístico allá donde vayamos. Es siempre un placer tenerlo cerca y que nos vaya contando con detalles.
Entre las ruinas que visitamos quiero destacar Kuelap, fortaleza pre-inca Chachapoyas a más de 3.000 metros de altura. Para llegar a ella tuvimos que caminar más de 9 km con una pendiente de más de mil metros. A esto había que sumarle la dificultad de respirar con poquito oxígeno debido a la altura. En fin, un trekking en toda regla que nos sirvió para adaptarnos a las siguientes caminatas.
Kuelap
Antes de seguir bajando hacia el sur nos esperaba la entrada al Amazonas. Lo hicimos en barco desde Yurimahuas, tres días y medio navegando por el río hasta llegar a Iquitos. Dormíamos en hamacas y pasábamos el tiempo como podíamos: jugando a las cartas o al fútbol, tocando guitarra, cantando, leyendo…cualquier tipo de ocio era válido para rellenar las más de 90 horas de travesía. Otra opción era el avión hasta Iquitos pero era mucho más caro. Una vez en Iquitos contratamos un tour que nos adentró en mitad de la selva durante 3 días. Hicimos ruta nocturna con linternas, por caminos perdidos que nos iban presentando todo tipo de insectos y árboles gigantes.
Río Amazonas
Lo mágico de la selva era estar en silencio para escuchar los sonidos de la selva. También hicimos pesca de pirañas poniendo un trocito de pollo crudo en el anzuelo y pesca nocturna con arpón. Después todo se cocinaría y nos serviría de cena acompañado de arroz y patatas, cómo no. De los animales que vimos, el que más me impresionó fue el perezoso. Nunca podría imaginar que iba a tener a uno abrazado a mí como si fuera un bebé.
Nuestro siguiente reto después de dejar la selva fue viajar más de 5 días hasta llegar al noroeste de Perú. De nuevo 3 días de barco por el Amazonas y otro par de días más de transporte colectivo atravesando nada menos que la cordillera de los Andes. Aquí descubriríamos Huaraz, ciudad situada a más de 3000 metros. La llaman la Suiza peruana por estar bien cerca de las montañas nevadas de la Cordillera Blanca. Nos alojamos varios días en el hostal Tambo, lugar de encuentro de mochileros y de artistas callejeros. Todos los días encontrábamos a gente haciendo malabares o tocando cualquier tipo de instrumento en las áreas comunes.
Laguna 69
Conocimos a gente magnífica con quien pudimos compartir muy buenos momentos, como ir a escalar, cantar o bailar danzas tradicionales con gente local. La gente de allí nos aconsejó hacer algunas excursiones como la subida a la Laguna 69 o los Glaciares de Pastoruri, éste último estaba situado a más de 5.000 metros de altura. Para compensar la falta de oxígeno masticábamos hojas de coca.
Los paisajes impresionantes, una experiencia más que recomendable.
El domingo 25 tomamos un bus nocturno para Lima, capital del país. Ciudad moderna a orillas del Pacífico. Destacan su Plaza de Armas y el Barrio de Barranco. Aquí estuvimos unos 3 días, los suficientes para conocer la ciudad a fondo.
El Candelabro
En la Isla Ballesta vimos leones marinos, pingüinos y pelícanos, entre otros animales. De ahí fuimos a Ica y Huacachina, donde había un oasis en mitad de las dunas del desierto.
El viernes 30 de octubre fuimos a conocer las famosas y misteriosas líneas de Palpa y Nasca, geoglifos de más de 2.000 años de antigüedad. El origen de estas líneas sigue siendo desconocido, eso les hace ser aún más especiales. Pudimos ver las famosas líneas del árbol o del candelabro, entre otras.
Glaciar Pastoruri
Acabamos el mes de octubre llegando a Cusco, una de las ciudades coloniales más bonitas de lo que llevamos visto en todo el viaje. Dicen que su nombre en la lengua quechua significa ombligo, considerada el centro del mundo para los incas. Aquí nos encontramos con Simone, una vieja amiga de Alemania que conocimos hace 7 años en México. Un reencuentro más de la familia tapatía.
Desde aquí partimos a conocer la joya del país, uno de los momentos más esperados de todo el viaje: el Machu Picchu. Sin duda, merece ser una de las nuevas 7 maravillas del mundo.
Machu Picchu
Se dice que fue una de las residencias de descanso del inca Pachacútec allá por el s.XV pero también lugar de carácter ceremonial. Nos tocó conocer el Machu Picchu en un día nublado, hecho que mejoró aún más la magia del lugar. Nos recreamos bien en la visita, más de 3 horas recorriendo todos sus rincones. Experiencia espectacular. Ni que decir tiene que es un lugar que todo viajero debería visitar alguna vez en su vida.
Nuestro último día en Perú fuimos a conocer Puno, ciudad a orillas del lago Titicaca donde se encuentran las famosas islas de los Uros, islas flotantes hechas del junco llamado totora. Demasiado turístico para mi gusto pero interesante de conocer.
Islas de los Uros
43 días en Perú no fueron suficientes para conocer todo lo que este inmenso país ofrece, pero al menos nos fuimos con muy buen sabor de boca. De momento, podría decir que este país andino se encuentra en mi top 5 de los países que llevo visitados a lo largo de mi vida. Comparte el ranking con México y Tanzania.
¡Vamos pa´Bolivia!