miércoles, 29 de febrero de 2012

Sengiyumva, el nuevo habitante de la casa

Os presento a nuestro gato Sengiyumva. (Sengi, para los amigos).

Tiene unos 5 meses pero vive con nosotros desde hace 3 semanas. Es muy salao, se deja acariciar, cada vez araña menos, se come las sobras, los bichos de la casa y todo lo que sea comestible. Aprendió rápido a manejar sus impulsos fecales y los hace en su cajita llena de arena, ¡un gato ejemplar!


Es la primera mascota de mi vida, ya tenía ganas, aunque, a decir verdad, lo que yo quería era un perro, pero en esta casa somos tres y existe la democracia. Así que mis ganas de tener un perro tendrán que esperar todavía un tiempo.

sábado, 18 de febrero de 2012

Boda burundesa

El pasado sábado mi amiga Diette me invitó a la boda de su hermana. Divertido recuerdo.

La primera parte me la salté, es decir, 2 horas de Iglesia donde el cura expresa las palabras mágicas para que al final los novios se prometan amor eterno, etc. Esa parte es igual aquí, en España y en San Petersburgo. Yo a lo que iba era a lo bueno, a la fiesta, a curiosear trajes tradicionales, la música, los bailes, la bebida...

Sobre las 17h30, después de la ceremonia, llegó la recepción donde los asistentes se reunían en una gran sala que separaba a los invitados del novio por un lado y a los de la novia por otro. Ahí llegué yo, pero un pelín tarde. Para sentarme tuve que pasar por todo el medio, fui el centro de atención de los 200 invitados más los novios. En fin, el único blanco en toda la fiesta. Para colmo me pusieron en primera fila, donde todo el mundo me podía ver, así que fracasé en el intento de pasar desapercibido.

La recepción fueron otras 2 horas de diálogos cruzados entre las dos familias, siempre en kirundi (idioma del país) por supuesto, así que tuve que imaginarme las conversaciones, no me tocó nadie al lado que pudiera traducirme muy a mi pesar. De vez en cuando cortaban para dar paso a algún espectáculo, esto fue lo mejor, niños cantando a los novios, cantos de Burundi, bailes tradicionales… Un familiar se pone de pie, coge el micro, bendice al matrimonio y publica su ofrecimiento para los novios: - yo daré una vaca. – Nosotros daremos a los novios una cabra y dos gallinas. – Yo les ofrezco 6 sillas y una mesa para el comedor…

Más tarde, los novios se fueron a casa para cambiarse de ropa y media hora después volvieron con sus trajes nuevos para dar paso al Levée de voile, que literalmente sería el levantamiento del velo de la mujer. Es el momento en el que la familia de la novia da las gracias a la familia del novio por haber aceptado el matrimonio con ella. Yo pensé que sería algo recíproco pero no, ella es la que tiene que estar agradecida según la tradición burundesa. Así que 1 hora y media más de charlas, de sentimientos, de risas y lágrimas. Al final las dos familias se juntan en mitad del salón, intercambian abrazos, besos, cantan, bailan todos juntos, los novios subidos en hombros, la gente contentilla después de unas cuantas cervezas.




Tras casi 4 horas de conversaciones en kirundi, de bailes y de cantos tradicionales, tenía que llegar lo que esperaba hacía ya un rato: el momento de la cena, de la comida rica, la típica de las bodas. Además, pensando que sería como cualquier boda en España, fui medio en ayunas para disfrutar bien de todo lo que me pudiera encontrar…pero no...todo el mundo se fue para casa, yo me quedé salivando como el perro de Pavlov, ni cena ni banquete ni ná, mi gozo en un pozo. Sólo la familia más allegada era la que tenía una cena especial. En fin, lo de la cena quedó en anécdota, porque sinceramente, todo mereció la pena, agradecí muchísimo la invitación, tenía curiosidad por vivir la ceremonia de una boda en Burundi y el resultado fue todo un espectáculo, un éxito. Dispuesto a repetir.


miércoles, 8 de febrero de 2012

Caminos imposibles

Saliendo de la ciudad de Ngozi puedes encontrar la verdadera esencia de la vida burundesa, la de siempre, la del campo, la de la gente viviendo en armonía con la naturaleza. Casitas de adobe, madres llevando a los bebés en las espaldas, niños felices jugando al escondite, cabras pastando, caminos de tierra que se pierden entre los árboles...

Quería contaros que hace unos días me encontré por estos lares a una señora mayor con una habilidad digna de cualquier alpinista profesional, merecedora de un artículo en mi blog, y también de salir en el programa de Cuarto Milenio reconocida como un suceso paranormal.

Como se puede apreciar en la foto, la señora va descalza y lleva en la cabeza una penca de bananas y un saco, al parecer, de patatas. De repente, la vi subiendo este camino empinado con una facilidad inexplicable, sin apoyar las manos en el suelo y sin perder el equilibrio. Un camino practicamente vertical, pero, ¿cómo lo hacía? No había truco, puedo jurar que no era un camino escalonado, que no llevaba ventosas en los pies ni clavos, que subía erguida, sin tropiezos...Esperé a que subiera y luego me acerqué para comprobar que efectivamente la pendiente del camino era enorme, practicamente una pared.

En fin, algún día volveré al mísmo lugar a ver si hay más gente que consigue la proeza de esta señora, echaré otras fotos donde se vea el camino entero (unos 5 metros de subida) para dejar constancia de la altura y después intentaré subir yo, pero sin plátanos y con zapatillas.